Como suele suceder,
he sido incapaz de encontrar el artículo que os quería
comentar, así que intentaré reconstruir la esencia del mismo,
según lo que
recuerdo, en forma algo novelada, para que os quede claro que sólo
quiero
transmitir algo general, sin que los ejemplos que pondré sean
en ningún caso
reales, sino inventados. Disculpadme por la licencia, que espero
que no
moleste a nadie. Si no es así, ruego por adelantado perdón.
Partiremos de una presunta antropóloga sueca que, un día,
descubre una
extraña anomalía en las ordenadas series de datos sobre el
patrón general de
la población sueca. Como es bastante sabido, los suecos son un
pueblo no
excesivamente sometido históricamente a mezclas, con lo que sus
características suelen ser bastante homogéneas.
Pues bien, en un pueblo costero se encontró con que la población
presentaba
singularidades físicas. Era de una estatura inferior a la
normal en Suecia,
era de cabellos castaños muy distintos del rubio habitual, sus
ojos eran
morenos en lugar del frecuente azul o gris, y la pigmentación
de la piel era
más oscura de lo normal en latitudes boreales.
Sospechando que había dado con algún filón de interés, se
puso a investigar
más a fondo. Pongamos que tomase la guía telefónica local y
revisase los
apellidos, esperando encontrar, por ejemplo, Abilas Bekeles
residentes en la
zona que contribuyensen a explicar el misterio. Pero empezó a
encontrar
apellidos no habituales, y que no parecían demostrar
antepasados africanos,
ni mucho menos. Extraños apellidos como Pérezsson, Martínezzson
y algunos
otros la llevaron a rebuscar en su memoria sus escapadas
juveniles a las
soleadas playas mediterráneas en las que se dedicaba a los
menesteres
propios de su edad, raza y sexo, entre los ardores del sol,
rodeada casi
siempre de esos señores bajitos y morenos que se ponían de
puntillas para
aparentar más estatura de la real.
En un rincón de su memoria, entre "sangría",
"paella" y "olé", se mezclaban
vagos recuerdos de señores llamados Martínez o Pérez, con lo
que empezó a
sospechar una conexión anterior al turismo en bikini de los años
60.
Así, encontró apellidos que eran una traducción directa de típicos
apellidos
de ese exótico país, o indicativos de características físicas,
en idioma
sueco, íntimamente conectadas con lo hispano: Moreno, Bajito,
etc. Sin
embargo, algunos apellidos, ni recurriendo a botellas de líquido
oscuro
etiquetadas como "sangría" compradas a altísimo
precio en tiendas de
delicatessen y con un extraño regusto conseguía localizarlos.
De momento los
dejaremos de lado hasta el final.
Ni corta ni perezosa, se personó en el Archivo Histórico
Comarcal de la
zona, y se dispuso a pasar muchas horas removiendo viejos
papeles. Tras
largas estancias allí, localizó la noticia de que, cuando ya
Suecia había
abrazado la religió luterana y apoyaba a los alemanes
protestantes
sublevados contra el Emperador, un barco de guerra español, que
posiblemente
practicaba labores de espionaje en la zona, había encallado en
la zona
cercana al pueblo, salvándose sin embargo sus tripulantes, un
par de
centenares de briosos mozos mediterráneos.
Los muchachos, ante las evidentes dificultades para pasar
inadvertidos en la
zona, fueron capturados por las autoridades y sometidos a
interrogatorios
sobre sus actividades. Tras dar, seguramente de buen grado tras
ser
amablemente interpelados, las indicaciones requeridas por las
autoridades,
estos chicos se encontraron con que el permanente estado de
guerra en Europa
les dificultaba el regreso a la madre patria, mientras que, al
mismo tiempo,
pasaban razonablemente el tiempo con entretenimientos propios de
su sexo y
edad con rubias walkirias de la zona, dando así lugar al
nacimiento de
algunos niños, por pura casualidad, evidentemente.
Total, que una cosa lleva a la otra, y decidieron quedarse en la
zona, no
desprovista de grandes activos culturales según su punto de
vista. El
problema es que, para esa época, en Suecia ya se había fijado
la existencia
de los apellidos, con lo que aparecieron los típicos problemas
de
implantación de apellidos en una zona de raíces lingüísticas
distintas. Se
imponía, en principio, la solución lógica de traducir o
adaptar dichos
apellidos, lo que explica los apellidos que antes habíamos
comentado.
Pero seguía habiendo un grupo de apellidos para los que nuestra
rubia
investigadora no hallaba solución, así que un día habló,
pongamos, con un
experto, un cocinero español de un famoso restaurante de
Estocolmo, y le
enseñó la lista de los apellidos para los que segía buscando
una
explicación, sin entender de momento las risas del cocinero,
que se
atragantaba con el Rioja (para uso propio, no de la clientela,
claro está,
que en Suecia se les vende cualquier cosa como buen Rioja) hasta
el punto de
requerir golpecitos en la espalda, amablemente propinados por la
rubia.
Total, la muchacha preguntaba por apellidos del estilo de
Quetejodansson,
Alamierdasson, Tupadresson, sin entender la hilaridad del
cocinero. Y es que
hay gente que da respuestas algo extrañas cuando no se le
pregunta su nombre
con la debida educación......
Si alguna vez localizo el artículo, os prometo una reseña más
seria, de
momento espero que la historia, "basada en hechos reales",
os haya
divertido. Otro día os hablaré de un morisco andaluz al
servicio de los
reyes de Marruecos que conquistó Timbuctú, Djudar Pachá, y de
la etimología
de su nombre.
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